En 1990 Chile ratificó la Convención de los Derechos del Niño, que
se rige por cuatro principios fundamentales, que a su vez guían nuestra
legislación:

No discriminación: El niño no deberá
sufrir discriminaciones por raza, color, género, idioma, religión,
nacionalidad, origen social, casta o discapacidad.

El interés superior del
niño: Las
leyes que afecten a la infancia deben beneficiarla de la mejor manera
posible.
Supervivencia, desarrollo y
protección: Las autoridades del
país deben proteger al niño y garantizar su pleno desarrollo, tanto
físico como social.

Participación: Los niños tienen
derecho a expresar su opinión en las decisiones que les afecten,
y que sus opiniones se tomen en cuenta.
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